Saturday, September 21, 2013



HIPÓCRITAS

Nunca deja de sorprenderme la doble moral de los conservadores españoles. La misma persona que recientemente me ponderó las excelencias de Eurovegas exhibe, sin ningún tipo de rubor, su condición de siervo de la Santa Madre Iglesia, lo cual quiero suponer que le obliga a seguir las prescripciones del Crucificado. Tiene su miga la cosa: cuando leo atentamente los Evangelios o escucho a los frailes, no parece haber duda de que la más suprema de las aspiraciones humanas es la de la santidad, entendida ésta como una vida dedicada al cultivo de las virtudes teologales, empezando por el sacrificio, la compasión o el amor al prójimo, incluyendo a los prójimos que nos caen gordos.

¿Es Eurovegas el proyecto de una gran reserva espiritual para el sur de Europa a unas yardas de Madrid? Precisamente porque aún es un proyecto, no puedo decirlo con certeza, pero la fantasía que suscita este nuevo Xanadú es la de que pones cara de poker antes de desplumar a unos incautos, y te tomas después un visky mientras una rubia te la chupa al ritmo de Elvis. Eso es el imaginario, claro, en la realidad es otra cosa: te despluman a ti, se pasean los matones del jefe -que no es Robert de Niro- por las ruletas con cara de mala hostia y a la que te la chupa resulta que tienes que pagarle.  



Pues bien, resulta que el interfecto al que me refería también se ha tirado un largo periodo despotricando contra la inmigración. Las pateras, los aviones cargados de hispanoamericanos, las fruterías de los pakistanís o las tiendas de chinos formaban los ejes de un colosal proyecto de invasión por parte de los pueblos famélicos del mundo. Curiosamente, cuando su madre estaba ya seriamente enferma e inválida pagó –por supuesto en negro- a una chica boliviana para que la cuidara. Salía bien de precio y era sumisa.



Este tipo de actitudes son comunes en otros terrenos. Por ejemplo, me cuesta mucho entender qué hay de virtuoso en llevar a los nenes a colegios de monjitas porque ya se encargan éstas de evitar que las aulas se les llenen de inmigrantes, que ya se sabe que los extranjeros, sobre todo cuando van oscuritos de piel, son niños conflictivos y estudiantes nefastos que bajan el nivel académico. Mejor que los atiendan en la escuela pública, a pesar de que, curiosamente, la enseñanza concertada también la pagamos entre todos. Una obra religiosa, ésta de discriminar a los forasteros, que sin duda Cristo también jalea con entusiasmo desde el cielo.


Hablando de la estricta moral de los iluminados por la fe, me llama poderosamente la atención lo mucho que insisten en la malignidad del aborto o en la reprobación de los matrimonios gays y otras perversiones, siempre bajo el principio de que la familia es una institución sagrada. Se refieren, claro, a familias como las suyas. Esta misma gente y sus referentes morales, los curas, no suelen sin embargo alzar su voz cuando el capital y la derecha lesionan sistemáticamente la posibilidad de formar familias, impidiendo que existan guarderías públicas y limitando al máximo los derechos de las trabajadoras a ser madres... Ya saben, todo eso de la conciliación laboral con la que se ponen tan pesados sindicalistas y feministas.



Resumen esclarecedor del asunto es la evidencia de que la derecha vota a toque de corneta cuando llegan elecciones aunque, como en estos días sucede, no duda en despotricar de sus venerados representantes con asuntos como el de Bárcenas. En Valencia, por ejemplo, la corrupción viene siendo sistémica desde hace décadas, pero la gente vota mayoritariamente al partido que la ha convertido en su libro de estilo. “Los políticos”, suelen decir, como si la oligarquía empresarial allegada al poder político no fuera la pieza maestra de todas estas tramas. Algunos se ponen muy nerviosos cuando a su hija enfermera o a su hijo guardia civil les crecen los problemas porque el PP ha privatizado el hospital o porque cada vez son menores los recursos con los que se dota a las fuerzas del orden. De todas formas no debe importarles tanto cuando al final vuelven a votar a esos que tantos les molestan. La izquierda en esto parece que es más cándida: cuando los políticos a los que votaron se corrompen o actúan como la derecha dejan de votarles.



El asunto de Eurovegas, qué quieren que les diga, a mí me huele fatal. Como soy un poco cenizo tiendo a pensar que los yanquis a los que recibimos con alegría vienen a llevarse la pasta, tratar con mujeres, imponer limbos legales y fiscales, especular con terrenos y ladrillos, llenar el entorno de cámaras de vigilancia y matones y hacer ricos con comisiones a los hospitalarios prebostes locales que tanto han hecho por allanarles el camino. Claro que yo soy un tipo más bien cínico. Quizá este bonito emporio sea, como insisten en que creamos, el secreto de la futura prosperidad y cree todos los puestos de trabajo prometidos, supongo que serán casi todos crupiers o extras para la próxima de James Bond, que transcurrirá en Eurovegas, claro. Pero, qué le vamos a hacer, a mí me da mala espina, puede que sea por la idea que tengo sobre el tipo de país en que me gustaría vivir, que se parece muy poco al que, por lo visto, encandila a los fachas. Ya hace unos meses, por cierto, que planeo irme a vivir a Islandia.    
 

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