Friday, March 13, 2015

ÉTICA, MUÉRETE

ÉTICA, MUÉRETE

A partir del próximo curso, y en aplicación de la Ley Wert, la asignatura de Ética desaparecerá de los curricula de Secundaria en tanto que "asignatura normal", es decir, impartida para todos los alumnos de 4º de la ESO y sin régimen de optatividad. Con la nueva normativa, que empieza a aplicarse el próximo curso, los alumnos desde 1º a 4º podrán escoger entre Religión y Valores Éticos. Este planteamiento se asocia al que el gobierno conservador mantuvo desde la llegada al poder de Zapatero respecto a la asignatura de Educación para la Ciudadanía, obsesión para la jerarquía católica, a la que su brazo político, una vez retornado al gobierno, ha secundado con la tradicional fidelidad.  Ya se sabe que la alianza entre catolicismo y derecha en España es un valor sagrado que sobrevive a los tiempos y las circunstancias.

He escrito en otras ocasiones sobre el asunto de la Ciudadanía. Debería sorprendernos que una materia de una hora semanal, con un temario muy ajustado a la normalidad de los tiempos, fuera objeto de tanto alboroto. Desde los púlpitos se advertía que con aquella asignatura directamente inspirada en las enseñanzas del Maligno los impíos docentes inclinaríamos a los chicos hacia la homosexualidad, el ateísmo y otras perversiones. Esta es una mentira que no se descubre mientras a uno no le da por preguntar a los niños qué están dando en clase o se lee un temario; siempre es más cómodo consultar La Razón y que los avinagrados de turno te indiquen a gritos qué es lo que tienes que pensar. 

En cualquier caso, y en esto los ulemas -perdón, los obispos- tienen razón, en las clases de Ciudadanía debíamos enseñar a los alumnos a respetar cosas como la diversidad de opciones sexuales, lo cual supone tomar activamente partido en contra de quienes consideran una enfermedad la homosexualidad o una peligrosa anomalía las nuevas formas de familia. En suma, que se trataba de enseñar a los chavales a asumir las implicaciones de la democracia, pero es que la democracia se basa en la libertad, y la libertad es indigesta. 

Yo siempre supe que en el fondo las razones contra la Ciudadanía eran las mismas que contra la Ética. Al convertir las dos materias -o Religión o Ética- en optativas excluyentes, salvan ante la opinión pública la panoplia de la libertad de elección, una trampa argumental muy característica del pensamiento reaccionario que debemos desactivar. Libertad de elección no la tengo desde el momento en que estoy obligado a sufragar con mis impuestos la presencia en la escuela de una materia confesional cuyos fundamentos trascendentes ni comparto ni son justificables dentro de un plan de estudios propio de un estado no laico. Si, pese a todo, se tiene que impartir la asignatura, no veo por qué ha de entrar en el horario normal, castigando a los alumnos que no la escogen a pasar dos horas semanales en clase para que los compañeros católicos gocen de la catequesis.


  "Pero es que los demás darán Ética"... Sí, y ¿por qué no Matemáticas o Astronomía? Dicho de otra forma, ¿qué nos hace pensar que la Ética tiene que competir con la Religión? ¿por qué aceptamos sin preguntas que los alumnos que cursan Religión no necesitan cursar Ética? Es muy sencillo. La Iglesia Católica tiene un miedo colosal a que la juventud entienda que el problema de la fundamentación de la moral debe ser primordialmente acometido desde la razón, que es precisamente a lo que nos dedicamos los profesores de Ética.

Como explica con encarnizada precisión el viejo Kant -ese convencido luterano cuya fe religiosa se me antoja infinitamente más honesta que la de tantos y tantos clericales hijos de la Contrarreforma- la razón aspira legítimamente a la trascendencia, pero las figuras de la metafísica no son objeto de conocimiento científico, sólo pueden configurar a modo de ideales el horizonte de la acción moral. En otras palabras, el problema del deber, que es a fin de cuentas el del discernimiento entre el bien y el mal, no escapa a la razón. No es ciencia, pero tampoco es pura irracionalidad. Cuando una comunidad, por muy tecnológicamente avanzada que se sienta, deserta de la cuestión de los fines morales dejándola en exclusiva en mano de los autoproclamados representantes de Dios en la Tierra, lo que está consiguiendo es alejarse de la ilustración, eso de lo que tanto nos gusta acusar a islámicos y otros pueblos no occidentales. 

¿Por qué la derecha va contra la Ética? Porque no soporta la idea de que el sujeto determine sus propios principios, porque la alianza con la jerarquía eclesiástica exige que ésta sea premiada con la exclusiva de decidir sobre el bien moral. Si los creyentes descubren que, pese a todo, es la autonomía de la razón y no la obediencia la que determina el deber, tardarán poco en descubrir lo que los luteranos -que tuvieron el coraje de salir de la Edad Media- siempre han sabido: que la conciencia no requiere intermediarios. 

La Iglesia no entenderá jamás que una clase de Ética no contempla la posibilidad del adoctrinamiento, todo lo contrario que una clase de Religión, cuyo objetivo es evangelizador. No lo entenderán porque para ellos la fuente de la moral es lo irrefutable y el reglamento es la autoridad del texto sagrado y de sus exégetas.  

A fines del XVIII vio Kant llegado el momento de exigir al hombre comportarse como un adulto, dejar de aceptar la sopa boba de los mandarines que habrían de tomarse la molestia de pensar en su lugar. "Sapere aude", atrévete a pensar, dijo el sabio. "Vivan las caenas", gritaba la España que amaba a sus tiranos. Decidan ustedes cuál de las dos consignas le calza mejor al mayor inepto que ha dirigido jamás la educación y la cultura desde que llegó la democracia. 

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