Friday, October 16, 2015

IMBECILARIO

1. No voy a sorprenderme a estas alturas por declaraciones como las que esta semana ha realizado Monseñor Cañizares, actual arzobispo de Valencia. Su perfil ideológico es extremista y su intención cuando opina públicamente, antes que adoctrinar a sus fieles, es hacer sentir al Partido Popular que a la Iglesia la va a tener siempre de su lado. Cañizares insiste obsesivamente en la perversidad moral del aborto, le viene bien para esquivar cualquier pregunta sobre los casos de pederastia en la organización de la que forma parte o sobre la corrupción del partido político al que con tanta lealtad apoya. Monseñor avergüenza tanto cuando opina como cuando aparece con el traje de cola kilométrica sujeto por monaguillos, produce en ambos casos la misma sensación de extemporaneidad. 

El viento de la historia borrará a majaderos de este calibre, de acuerdo, es cuestión de tiempo que la sala de máquinas de la institución jubile a un tipo cuyas intervenciones sólo suman desprestigio para ella cuando el trono de Pedro es ocupado por un moderado  como Bergoglio. Pero, cuidado, no nos dejemos engañar por la cosmética. Afirmar hoy que muchos refugiados "no son trigo limpio", que no hay tanta pobreza en España como se dice o que el mal no son la peredastia o la corrupción sino el aborto pone a Cañizares a la altura de los peores líderes populistas de Europa y, lo que es peor, a años luz de cualquier cosa que recuerde al mensaje evangélico... De acuerdo, pero Cañizares no es simplemente una presencia más o menos incómoda y a duras penas tolerada, Monseñor es desde hace mucho un líder de la institución sacra porque su conducta encarna los valores que han sostenido a la misma desde hace muchísimo. 

Digámoslo de una vez, la Iglesia Católica española, o para ser más exacto, quienes la dirigen, ha estado siempre del lado de la oligarquía del país. Que el mensaje evangélico sea incompatible con la ideología de derechas conduciría a la contradicción sólo si la misión de la organización fuera esencialmente ética, pero es que no lo es: lo que persigue la Iglesia es el poder, así de fácil. Esto Cañizares lo ha entendido siempre a la perfección, por eso es tan fuerte. No tengo ningún interés en que le jubilen o en que ahora simulen otros jerarcas católicos -como ya están haciendo- no compartir sus teorías, lo que toca es convencernos de una vez por todas de que debemos  acabar con el Concordato del estado español con el Vaticano y suprimir los antidemocráticos privilegios con los que cuenta la Iglesia Católica, esa cuyos máximos prebostes acusarían a Cristo de no ser "trigo limpio" si se lo toparan entre los refugiados que llegan de Siria. Bien pensado me da igual lo que diga un pobre hombre decrépito, lo intolerable -y lo profundamente antidemocrático- es que yo sufrague la maquinaria que lidera.

2. Dice el President del Parlament de Catalunya que "España debería pedir perdón por el asesinato de Companys". Aquello fue una atrocidad más de tantas como cometió el franquismo, especialmente en los años inmediatamente posteriores a la Guerra, en los cuales se perpetró una operación de exterminio de todas las formas de disensión frente al Régimen, incluyendo obviamente a quienes cuestionaban la sacrosanta "Unidad Nacional". Lo que sonroja es el simplismo desde el que Ernest Benach presenta su comprensión del asunto como consecuencia de la guerra de España contra Catalunya. Pues mire, no. El franquismo, por fortuna, no es España; por más que el nacionalismo catalán ande muy interesado en que lo parezca, el integrismo de Franco y sus actuales herederos sólo es una forma de entender la realidad del Estado -o habría que decir del Imperio, supongo-. ¿Forma triunfante? Desde luego, y aquí es donde cada quien habría de hacer memoria y preguntarse cuál fue el papel de sus correligionarios en la lucha contra el fascismo. Yo pienso mucho en el esfuerzo del anarcosindicalismo catalán que protagonizó la Semana Trágica y defendió después a la República o el heroísmo de los brigadistas internacionales que defendieron la libertad de Catalunya durante la Guerra... No eran "secesionistas", claro, debe ser ese el problema.

3. Un allegado, ante la lacrimógena escena dispuesta ante el Tribunal Superior de Catalunya para alentar a la supuesta reencarnación de Lluís Companys, dice algo que me interesa: "Todo esos tipos tienen un buen trabajo, viven en buenos barrios y tienen casas mejores que la mía... Míralos, se abrazan y lloriquean como si Mas fuera Jesucristo y Catalunya fuera Palestina. Qué bonito es sentirse así, como parte de un colectivo-víctima, qué bonito poder identificar al opresor, causante de todas las desdichas." 

Llevar a Mas a los tribunales me parece una estupidez que no hará sino agravar el problema... Pero, qué quieren que les diga, no me creo el martirologio. Entre tanto, sigo sin saber qué pretende hacer el actual gobierno catalán para solucionar los problemas de la gente. Eso sí, ellos se sienten jóvenes y eufóricos, como estudiantes universitarios en reuniones clandestinas y a punto de correr siempre delante de los Grises. 

4. Una mujer llega moribunda al hospital y es milagrosamente resucitada en la UCI tras un valiente tratamiento de choque. Los médicos reaccionan de forma fulminante pese a que la paciente se halla mucho peor de lo que les habían dicho. Le anuncian que el proceso de recuperación será duro, pero que llevará al éxito si tiene el mismo coraje que sus médicos. 

Importa poco que el spot electoral del PP sea una burda copia de uno idéntico que se hizo años atrás para unas elecciones en algún país hispanoamericano, es lo que tiene contratar a enchufados, que hacen chapuzas y además te engañan. Se trata de un relato, es el modus operandi característico del marketing: presentar la realidad en forma narrativa, encajar astutamente una serie de piezas para generar una comprensión global favorable. 

¿Nos creemos el relato que hace el PP de sus cuatro años de poder? Yo podría integrar otras piezas, recuperar documentos de personas desahuciadas, conversaciones telefónicas repugnantes entre corruptos, testimonios de cientos de miles de personas que han atravesado el umbral de la pobreza, trabajadores sociales que conocen bien la realidad de la exclusión... Podríamos hablar de paraísos fiscales, de la obsesión por la represión policial, del comadreo con los privilegios de la Iglesia, de la miseria moral de la Ley Wert o de las privatizaciones de hospitales en favor de los amigachos. 

Hace poco oí a una vecina decir que estábamos "siendo gobernados por bandidos". Quizá sea exagerado e injusto, pero todos podemos construir un relato...   

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