Tuesday, June 20, 2017

JUAN GOYTISOLO, EL BUEN TRAIDOR

He esperado ya demasiado desde el 4 de junio, quería saber qué reacciones desataba el fallecimiento de Juan Goytisolo. Pocas, eso de entrada. Odio a Franco y odio sobre todo el franquismo, casi tanto como los odio Juan, pero reconozco que al menos el Régimen tuvo la gentileza de valorar al creador de Álvaro Mendiola y estigmatizarlo, presentándolo como demonio que se dedicaba desde los cenáculos parisinos de putas y maricones a alentar la confusión, renegar de las verdades institucionalizadas y predicar la heterodoxia. Prohibieron sus obras en el 63... Hicieron bien, decía cosas sobre nosotros, los españoles, sobre quiénes somos y de dónde venimos que podían desasosegarnos. 


En los años de la ventolera que hizo saber a muchos que no éramos la reserva espiritual de Occidente, mi padre pedía con entusiasmo sus novelas en la trastienda de la librería Dávila, y sabía que sólo con eso ya llevaba a cabo un acto de insurgencia. No sé si llegó a leer muchos de ellos, todos sabemos que las novelas de Juan Goytisolo son deliberadamente problemáticas, pero en mi memoria han quedado grabados para siempre aquellos lomos de "Don Julián" o "Juan Sin Tierra". Tras la niñez me armé de valor para leer algunas de sus novelas emblemáticas... con "Makbara" no llegué a atreverme. Como por lo visto era mi destino, terminé enamorándome del escritor, pero más bien de su vertiente ensayística. "España y los españoles" me deslumbró, "Coto vedado" llegó a a hacerme pensar que todas las demás autobiografías que había leído en mi vida eran deshonestas.

Leo en estos días intervenciones en El País, periódico del cual vivía el viejo enfermo de Marrakesh y que es el único gran diario nacional que, sin profusión ni entusiasmo, se ha atrevido a insinuarnos que a un hombre tan grande no se le entierra en silencio. Otro diario -prefiero no nombrarlo- dedicó el pasado fin de semana dos páginas a ilustrarnos sobre las "zonas oscuras" de Goytisolo y su supuesta inclinación a buscar sexo con hombres en espacios lóbregos y circunstancias dudosas. 

En otras palabras, lo que en ese diario de derechas que publica anuncios de prostitución -incluidos los travestis- les pareció más relevante para sus lectores respecto al Premio Cervantes es que era maricón. No sé de qué manera puedo hacer entender a los jóvenes por qué muchos amábamos al hombre que ha muerto, por qué pensamos que es el intelectual más grande que hemos tenido desde hace más de medio siglo. 

Juan Goytisolo fue un traidor, un leal traidor, un don Julián que optó por cruzar la Tierra de Nadie y sustituyó el discurso monolítico para poder ser libre y habitar el laberinto de la heterodoxia y de la paradoja. Esa toma de distancia le ayudó a verse a sí mismo, y en ese yo vio al Otro. Se dio cuenta de que su imagen en el espejo estaba hecha añicos y se empeñó en vivir entre sus pedazos, pecios medio podridos del naufragio de una identidad que fue una impostura desde el principio. 

Descubrió que toda la historia que le habían contado y en cuyas certezas siempre se sintió a contrapelo era mentira, la Gran Mentira, decía. Lo empezó a descubrir en Almería, el lugar donde intuyó ser un hombre condenado al fracaso, pues sus afinidades habrían de ser siempre remotas. El desierto y su subdesarrollo se le presentaban como un paisaje humano y, por tanto, ético. Encontró su continuación más hacia el sur, en el norte de África, y acabó viviendo en Marrakesh, donde supo que, a pesar del esfuerzo de siglos por desconectar a España del mundo árabe, se encontraba aquello que ya vio de joven en los intensos años del exilio parisino. Nada había querido saber del París monumental y burgués de cartón-piedra, su Ciudad Luz era la abigarrada, heterogénea y apátrida de los barrios, esas medinas interraciales, donde el contacto con la vida real aún era posible. 

No, España no es lo que nos dijeron, y la Dictadura -es mejor que lo asumamos- no es un minuetto necesario para alcanzar la modernidad. Hemos perdido la oportunidad histórica de saber quiénes somos... y lo hemos pagado caro. 

En los últimos años Juan Goytisolo trabajó intensamente por apoyar la causa modernizadora de los países árabes. Vio con buenos ojos la primavera árabe y trató de dar las razones que los ajenos a ese mundo no saben dar para explicar por qué es tan nefasta la extensión del yihadismo y por qué la política geoestratégica de los EEUU no hacen sino fortalecer la simpatía hacia el fundamentalismo radical. 

El mismo día en que murió Juan Goytisolo los telediarios se ocupaban del fallecimiento de un diseñador de modas, por lo visto un gran "influencer". 

Goytisolo fue siempre inoportuno... hasta para morirse.   

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