Sunday, July 09, 2017

CONTRACUMBRE DE HAMBURGO

Paso últimamente una hora diaria en las gradas de una piscina cubierta donde mi vástago aprende a nadar. Hace demasiado calor, pero la mayoría de los críos parecen inmensamente felices en el agua. Es una piscina pública, la financia el Ayuntamiento, es decir, el conjunto de la ciudadanía de la localidad en cuestión. Mi vástago conversa animosamente con sus compañeros, algunos de ellos niñas o niños pakistaníes o africanos. La mayoría de estos niños provienen de familias poco pudientes... creo que no somos capaces de imaginar hasta qué punto infraestructuras como una piscina pública generan cohesión social y ayudan a que los jóvenes no se desorienten.

Mientras observo el entusiasmo con que los jóvenes profes -alguno es, por cierto, ex alumno mío del Instituto- les dan instrucciones para desenvolverse en el agua, pienso en que lo único que puedo entresacar de la Cumbre del G20 en Hamburgo es que todo el mundo le tiene miedo a ese gran macho alfa que es Trump, que Gran Bretaña es vocacionalmente una traidora a Europa y que los ricos del mundo presionan a los gobernantes para que les ayuden a aumentar sus ganancias si quieren que les sigan financiando sus partidos políticos y les garanticen el dulce futuro que les espera tras la puerta giratoria. Es posible que mi versión de la reunión en cuestión sea demagógica y simplista, llámenme lo que quieran, pero lo que no van a poder llamarme es ingenuo, los países más poderosos no se han reunido en Hamburgo para defender las libertades, sino para proteger el capitalismo corporativo que se ha convertido en la lógica que atraviesa la globalización.

Todo lo demás es la supuesta violencia de la Contracumbre. Pues miren, no me lo creo. Faltan noticias, pero como he estudiado la evolución histórica de las Contracumbres desde Seattle 99, tengo la sospecha de que las cosas no están siendo muy distintas. 

A ver, sin duda han acudido los Black Blok, grupo de supuestos anarquistas que visten de negro y consideran que quemar contenedores y provocar enfrentamientos duros con la policía es la manera de conseguir publicidad para el evento. Son una pequeña parte del heterodoxo y amplísimo maremagnun de grupos izquierdistas, anticapitalistas, feministas, pro-gays, ecologistas, indigenistas que se reúnen para manifestarse de forma pacífica y creativa con dos objetivos esenciales:

1. Hacer ver a la ciudadanía mundial que en el G20 los amos del mundo van a decidir qué hacer con nosotros, por lo que mejor haríamos haciendo caso de sus reuniones. 
2. Llamar la atención de la gente sobre los problemas que realmente aquejan al planeta y que amenazan seriamente con destruirnos o, cuanto menos, con generar tales niveles de desigualdad que corremos el riesgo de convertir nuestro mundo en un lugar inhabitable. 

Bueno, quizá todos estos grupos -a veces peleados entre ellos- sean un hatajo de hippies histéricos, pero yo de ustedes pegaría una miradita a la web del Foro Social Mundial, auténtico artífice de todas estas contracumbres. Díganme después si creen que el programa de temas que vienen llevando a cabo durante el 2017 les parecen insignificantes: 

-Evolución de los modelos de empresa hacia la empresa integrada o cooperativa.
-Abuso infantil. 
-Resistencia civil y revolución no violenta.
-La renta básica internacional.
-Auditoría ciudadana de la deuda sanitaria.
-Cuidado y salud mental de la población. 
-Decrecimiento y sostenibilidad.
-Sobretasaciones y estafa bancaria. 
-Laicidad y democracia. 
-Disponer de la propia vida: eutanasia. 
-Paro y precariedad. 
-Feminización de la pobreza

Este es un breve extracto de las actividades del Foro Social Mundial en su delegación madrileña, todas ellas dirigidas por gente que parece muy preparada a tenor de su currículum. Es esta gente la que se manifiesta en estas horas en Hamburgo. ¿Se puede ser más irresponsable? 

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