Friday, September 15, 2017

¿GOOD BYE, ESPAÑA?

Recuerdo una película sobre el conflicto de la antigua Yugoslavia, "En tierra de nadie", de Danis Tanovic. Un soldado herido yace sobre el suelo. No puede levantarse porque bajo su cuerpo hay una bomba que estallará irremediablemente en el momento en que su cuerpo deje de ejercer su peso sobre ella. El infortunado pide ayuda a los que pasan por allí, pero nadie sabe qué hacer para salvarle. Al final, uno de ellos dice lo que todos intuyen pero nadie se atreve a poner en voz alta: "ese hombre ya está muerto". Suena raro porque el soldado está tan vivo como usted o yo, pero, salvo que alguien encuentre un inimaginable remedio, la realidad es así de cruda, sólo hace falta atreverse a decirlo sin remilgo. 

Bien, pese a que suene a cinismo, seré igualmente crudo: Catalunya ya no pertenece a España. Dan igual todas las trabas, todos los impedimentos legales, las amenazas: si los catalanes han dejado de sentirse españoles, entonces ya no lo son, es así de sencillo. 

Suena a derrotismo, a dar la batalla por perdida, sobre todo si tenemos en cuenta que soy lo que podríamos llamar un unionista. No duermo con una bandera de España a modo de manta, no soy un patriota fervoroso ni intenso. Simplemente intento no ser hipócrita, y el caso es que yo no deseo que haya secesión. Soy lo que un alemán o un hispanoamericano dirían que soy si me conocieran: soy tan español como Cervantes, los páramos yermos de Almería o la Segunda República. Seguramente soy un mal español, pero me parece más patriota eso que pedir amnistías fiscales, que es a lo que se dedican los que más inflaman el alma con el fervor patriótico. 

Sí, lo sé, no está claro que exceda de un cincuenta por cien el porcentaje de catalanes que no quieren ser españoles. Pero viendo como ha evolucionado la cosa últimamente temo que es cuestión de tiempo, de poco tiempo. Este referéndum no va a valer, eso lo sabemos todos. No sólo no es legal, ni siquiera es legítimo porque responde a una maniobra de chantaje que se ha saltado garantías esenciales tanto de los propios ciudadanos catalanes como las de los del resto del Estado. Pero todo esto no tiene mucho más valor que el coyuntural: podemos, como un tipo al que escuché ayer destilar en el bar un rencor feroz contra los catalanes, pedir a Rajoy que envíe a los tanques a pasear por la Diagonal... Pero, ¿y qué? La realidad esencial no cambia. 

¿De verdad no vemos el problema? Las nuevas generaciones catalanas ya han asumido mayoritariamente que España tiene poco que ver con ellas. Ni siquiera arrastran un viejo rencor acumulado contra el Estado, simplemente han entendido que en el contexto globalizado en que se halla el mundo su pequeño país es perfectamente capaz de sobrevivir como tantas otras naciones europeas a las que los antiguos conglomerados macroestatales como Yugoslavia o la URSS les parecían un lastre.    

¿Tienen razón? ¿Les iría mejor por separado? No lo sé, no tengo respuestas concluyentes, pero tampoco me parece honesto sumarme al coro de los que pretenden meter miedo: no acabaremos así con "el procés", que antes que de secesión es de desafección. 

¿Qué hacemos? No lo sé, pero sí sé que no recuperaremos a Catalunya con la estrategia de Rajoy, al que la historia negra de este país podría reconocer algún día como el Presidente del Gobierno más irresponsable de la democracia. Podemos, como él, creer que sin mover un solo dedo la cosa escampará. O que es una simple cuestión de dinero. Pero no, esto va mucho más en serio. 

Es cuestión de tiempo que haya un referéndum, no éste, desde luego, pero sí otro que establezca unas garantías de las que el 1-O carece completamente, en gran parte por culpa de sus organizadores. Si hay otra solución estaré muy agradecido de que se me comunique. Pero lo que sí tengo claro es que no solucionaremos el problema haciendo como que no existe. 

...Entre otras cosas porque cada día que pasa se agrava. Y el soldado sigue tumbado en tierra, sin que nadie sepa cómo salvarle.  

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